sábado, 18 de mayo de 2013

CAPÍTULO 14.



Bel o el fraude descubierto  (ls 46; Jr 50,2.10)

14 1El rey Astiages fue sepultado en el sepulcro familiar y le sucedió en el trono Ciro, el persa. 2Daniel vivía con el rey, más honrado que sus demás amigos. 3Tenían los babilonios un ídolo llamado Bel; cada día le llevaban medio quintal de sémola, cuarenta ovejas y ciento treinta litros de vino.
4También el rey lo veneraba y acudía todos los días a adorarlo, mientras que Daniel adoraba a su Dios.
5El rey le preguntó: -¿Por qué no adoras a Bel?
Contestó: -Porque yo no venero a dioses de fabricación humana, sino al Dios vivo, creador de cielo y tierra y dueño de todos los vivientes.
6EI rey le replicó: -Entonces, ¿no crees que Bel es un dios vivo? ¿No ves todo lo que come y bebe a diario?
7Daniel repuso sonriendo: -No te engañes, majestad. Ese es de barro por dentro y de bronce por fuera y jamás ha comido ni bebido.
8EI rey se enfadó, llamó a sus sacerdotes y les dijo: -Si no me decís quién se come esas viandas moriréis. Pero si demostráis que se las come Bel, morirá Daniel por haber blasfemado contra Bel.
9Daniel dijo al rey: -Que se cumpla lo que has dicho.
10Los sacerdotes de Bel eran setenta, sin contar mujeres y niños. El rey se dirigió con Daniel al templo de Bel. 11Los sacerdotes de Belle dijeron: -Nosotros saldremos fuera. Tú, majestad, trae la comida, mezcla el vino y acércalo, después cierra la puerta y séllala con tu anillo. 12Mañana temprano volverás; si descubres que Bel no ha consumido todo, moriremos nosotros; en caso contrario, morirá Daniel por habernos calumniado.
13(Lo decían muy seguros, porque habían hecho debajo de la mesa un pasadizo oculto por donde entraban siempre a comer las ofrendas).
14Cuando salieron ellos, el rey acercó la comida a Bel. Daniel mandó a sus criados que trajeran ceniza y la esparcieran por todo el templo, en presencia del rey solo. Salieron, cerraron la puerta, la sellaron con el anillo real y se marcharon.
15Aquella noche los sacerdotes, según costumbre, vinieron con sus mujeres y niños y dieron cuenta de la comida y la bebida.
16El rey madrugó y lo mismo hizo Daniel.
17Preguntó el rey: -¿Están intactos los sellos?
Contestó:
-Intactos, majestad.
18Al abrir la puerta, el rey miró a la mesa y gritó: -¡Qué grande eres, Bel! No hay fraude en ti.
19Daniel, riéndose, sujetó al rey para que no entrase y le dijo: -Mira al suelo y averigua de quién son esas huellas.
20El rey repuso: -Estoy viendo huellas de hombres, mujeres y niños. 21y montando en cólera, hizo arrestar a los sacerdotes con sus mujeres y niños. Le enseñaron la puerta secreta por donde entraban a comer lo que había en la mesa. 22El rey los hizo ajusticiar y entregó Bel a Daniel, el cual lo destruyó con su templo.
23Había también un dragón enorme, al que veneraban los babilonios.
24EI rey dijo a Daniel: -No dirás que éste es de bronce; está vivo, come y bebe; no puedes negar que es un dios vivo. Adóralo.
25Replicó Daniel: -Yo adoro al Señor, mi Dios, que es el Dios vivo. Dame permiso, majestad, y mataré al dragón sin palo ni cuchillo.
26EI rey contestó: -Concedido.
27Entonces Daniel tomó pez, grasa y pelos; los coció, hizo unas albóndigas y se las echó en la boca al dragón. El dragón las comió y reventó. Daniel sentenció: -Eso es lo que venerabais.
28AI enterarse los babilonios se enfurecieron, se amotinaron contra el rey y dijeron: -El rey se ha vuelto judío: ha destrozado a Bel, ha matado al dragón y ha degollado a los sacerdotes.
29 Acudieron al rey y exigieron: -Entréganos a Daniel si no quieres morir con tu familia.
30Viendo el rey que lo apremiaban con violencia, les entregó a Daniel a la fuerza. 31Ellos lo arrojaron al foso de los leones, donde pasó seis días.
32Había en el foso siete leones; cada día les echaban dos ajusticiados y dos ovejas; en aquella ocasión no les echaron nada para que devorasen a Daniel.
33En Judea vivía el profeta Habacuc. Aquel día había guisado un cocido, migado pan en una cazuela y marchaba al campo para llevárselo a los segadores.
34EI ángel del Señor ordenó a Habacuc: -Ese almuerzo llévaselo a Daniel, que está en Babilonia, en el foso de los leones.
35Habacuc respondió: -Señor, ni he visitado Babilonia ni conozco ese foso.
36Entonces el ángel del Señor lo asió por la coronilla sujetándolo por el pelo, lo llevó zumbando con su aliento y lo depositó frente al foso.
37Habacuc gritó: -Daniel, Daniel, toma el almuerzo que te envía Dios.
38Daniel respondió: -Dios mío, te has acordado de mí, no has desamparado a los que te aman.
39Y levantándose se puso a comer. Mientras, el ángel del Señor restituía a Habacuc a su país.
40AI séptimo día vino el rey para llorar a Daniel. Se acercó al foso, miró dentro y allí estaba Daniel sentado. 41Con todas sus fuerzas gritó: -¡Grande eres, Señor, Dios de Daniel, y no hay más Dios que tú!
42Lo hizo sacar, y a los culpables del atentado los hizo arrojar al foso, y al instante fueron devorados en su presencia.

14,1-22 Un autor griego ha escrito esta página de literatura burlesca, que ha logrado entrar en nuestro canon. El relato es entretenido y superficial: se inventa unos enemigos cómodos y los desmantela con una ironía fácil. El autor no toma en serio a sus personajes ni el problema que encarnan. Estamos en un clima ilustrado, en el que muchos paganos estaban de acuerdo con los judíos, y éstos podían reírse tranquilamente del culto idolátrico. No se puede comparar esta crítica con la de los profetas, mucho más seria y profunda, cuando el problema era vivo y trascendental. El ataque no se dirige únicamente al ídolo venerado, sino mucho más a la casta sacerdotal, que vive del fraude religioso. Para el pueblo, el ídolo sigue en pie porque se come las ofrendas; en realidad, los sacerdotes mantienen en pie al ídolo para comerse ellos las ofrendas. Y ¿no comían también las ofrendas los sacerdotes judíos? -Sí, pero sin fraude. 

Daniel repite su papel de "juicio de Dios": un juicio de vida y muerte en que quedan comprometidos Daniel, los sacerdotes y el ídolo. El ídolo ha de probar, comiendo y bebiendo, que es dios vivo y que salva a sus ministros; si no lo hace, perderá la vida ficticia que le han otorgado. Al dios tocaría defenderse, decía el padre de Gedeón (Jue 6,31). Sucede que el único dios vivo es el de Daniel. 

14,3 Bel significa señor; es título de Marduk en Jr 50,2. 

14,4 Véase Miq 4,5. 

14,5 Véanse Sal 115; 135; Jr 10. 

14,7 El rey prevé el delito de blasfemia, los sacerdotes el de calumnia. 

14,8 Será un juicio de Dios: compárese con 1 Re 18, Ellas en el Carmelo. 

14,22 Véanse Ex 12,12 e Is 46,1. 

14,23-42 El segundo relato continúa el precedente, como respuesta a la segunda objeción del rey. Daniel responde en el mismo terreno: un Dios que muere no es Dios. El relato es entretenido como el anterior y está animado por el episodio intercalado de Habacuc. Es regocijante imaginarse los siete leones contemplando desconsolados al apetitoso personaje, al que no pueden hincar diente, mientras él saborea el guiso de la cazuela. Almuerzo apacible en el marco de un ayuno multiplicado por siete leones y siete días. Almuerzo con sabor a recetas patrias y traído por correo angélico. El autor se divierte pisoteando mentalmente "leones y dragones" (Sal 91,13). 

El dragón es aquí la gran superstición del pueblo, compartida por el rey; Daniel quiere liberarlos dando muerte al dragón. La acción provoca un motín popular, porque el pueblo se aferra a sus supersticiones; quiere ser  engañado: véase Eclo 22,9-12; también 6, 20s y 21,18s. 

14,23 Véase Sab 15,18. 

14,27 Hay ironía en esa receta matadragones, como la había en el perfume espantademonios de Tobías 8,3. La campaña de los judíos contra los paganos se hará con la burla, sin palo ni cuchillo. 

14,29 Jr 38,5. 

14,37 A Elías le llevaban la comida los cuervos (1 Re 17,4). 

14,38 Véase Sal 145,20. 

14,41-42 Como comentario, puede leerse Sal 35,17-28.

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