sábado, 27 de abril de 2013

CAPÍTULO 2.


El sueño de Nabucodonosor (Gn 41) 

2 1El año segundo de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño; se sobresaltó y no pudo seguir durmiendo.
2Mandó llamar a los magos, astrólogos, agoreros y adivinos para que le explicasen el sueño. 3Cuando llegaron a su presencia, el rey les dijo:
-He tenido un sueño que me ha sobresaltado y quiero saber lo que significa.
4Respondieron los adivinos:
-¡Viva el rey eternamente! Cuente su majestad el sueño y nosotros explicaremos su sentido.
5El rey les dijo:
-¡Ordeno y mando! Si no me decís el sueño y su interpretación, os harán pedazos y demolerán vuestras casas; 6en cambio, si me explicáis el sueño y su interpretación, os colmaré de dones, regalos y honores. Por tanto, decidme el sueño y su interpretación.
7Ellos replicaron:
-Majestad, cuéntanos el sueño y explicaremos su sentido.
8EI rey repuso:
-Está claro que intentáis ganar tiempo, sabiendo que he ordenado que, 9si no me contáis el sueño, os tocará a todos una misma sentencia. Porque os habéis conchabado para contarme mentiras y embustes mientras llega un cambio de situación. Así que contadme el sueño y me convenceré de que sabéis interpretarlo.
10Los adivinos contestaron al rey:
-No hay un hombre en la tierra que pueda decir lo que el rey pide; ningún rey ni príncipe ha exigido cosa semejante a magos, astrólogos o adivinos. 11Lo que el rey exige es sobrehumano; sólo los dioses, que no habitan con los mortales, pueden decírselo al rey.
12Al oírlo, el rey se enfureció y mandó acabar con todos los sabios de Babilonia. 13y decretó que los sabios fueran ejecutados. Y fueron a buscar a Daniel y a sus compañeros para ajusticiarlos. 14Cuando Arioc, jefe de la guardia real, se dirigía a ejecutar a los sabios, 15Daniel aconsejó tener prudencia y preguntó al funcionario real:
-¿Por qué ha dado el rey un decreto tan severo?
16Arioc le explicó todo el asunto, y Daniel se dirigió al rey para pedirle un poco de tiempo para explicarle el sueño.
17Daniel volvió a casa y contó todo a sus compañeros, Ananías, Azarías y Misael, 18y les encargó que invocasen la misericordia del Dios del cielo para que les revelase el secreto y no tuvieran que perecer Daniel y sus compañeros con los demás sabios de Babilonia.
19En una visión nocturna, Daniel tuvo la revelación del secreto, y bendijo al Dios del cielo, 20diciendo:
«Bendito sea el nombre de Dios por los siglos de los siglos.
El posee la sabiduría y el poder, 21él cambia tiempos y estaciones,
destrona y entroniza a los reyes. Él da sabiduría a los sabios
y ciencia a los expertos.
22revela los secretos más profundos y conoce lo que ocultan las tinieblas.
23Te alabo y te doy gracias,
 Dios de mis padres,
 porque me has dado
sabiduría y poder:
me has revelado lo que te pedía,
 me has revelado el asunto del rey».
24Después Daniel acudió a Arioc, a quien el rey había mandado ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo:
-No des muerte a los sabios de Babilonia; llévame a presencia del rey y le explicaré el sentido del sueño.
25Arioc lo condujo a toda prisa hasta el rey y le dijo:
-Hay un hombre de los deportados de Judá que está dispuesto a explicar el sueño a su majestad.
26EI rey preguntó a Daniel:
-¿De modo que eres capaz de contarme el sueño y de explicarme su sentido?
27Daniel repuso:
-El secreto de que habla su majestad no lo pueden explicar ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos; 28pero hay un Dios en el cielo que revela los secretos y que ha anunciado al rey Nabucodonosor lo que sucederá al final de los tiempos.
29«Éste es el sueño que viste estando acostado. Te pusiste a pensar en lo que iba a suceder, y el que revela los secretos te comunicó lo que va a suceder. 30En cuanto a mí, no es que yo tenga una sabiduría superior a la de todos los vivientes; si me han revelado el secreto es para que le explique el sentido al rey y así puedas entender lo que pensabas.
31»Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante.
32Tenía la cabeza de oro fino. el pecho y los brazos de plata. el vientre y los muslos de bronce. 33Las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. 34En tu visión una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. 35Del golpe se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra.
36»Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: 37Tú. Majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder 38sobre los hombres dondequiera que vivan, sobre las fieras agrestes y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. 39Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. 40Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos.
41»Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. 42Los dedos de los pies. de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. 43Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. 44Durante esos reinados, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; 45eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó, el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Este es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta».
46Entonces Nabucodonosor se postró en tierra rindiendo homenaje a Daniel y mandó que le ofrecieran sacrificios y oblaciones.
47EI rey dijo a Daniel:
-Sin duda que tu Dios es Dios de dioses y Señor de reyes; él revela los secretos, puesto que tú fuiste capaz de explicar este secreto. 48Después el rey colmó a Daniel de honores y riquezas, lo nombró gobernador de la provincia de Babilonia y jefe de todos los sabios de Babilonia. 49 A instancias de Daniel, el rey puso a Sidrac, Misac y Abdénago al frente de la provincia de Babilonia, mientras que Daniel quedó en la corte.

2 El núcleo de este capítulo es un sueño y su interpretación; este núcleo está enmarcado por un relato brillante, en el cual mezcla el autor la sustentación narrativa con la distancia irónica. La primera arranca del fracaso de los magos; la segunda se consuma en tres relaciones: del rey con los magos, de los magos con Daniel, de Daniel con el rey. 

La petición desaforada del rey pone en marcha el enredo. Interpretar sueños era parte de la actividad convencional de aquellos adivinos. Tratándose de un arte reglamentado y exclusivo, no podía ser controlado
desde fuera por los inexpertos y confería poder político a los expertos. El autor se burla de semejante monopolio a través de la rebelión inesperada del rey, harto de someterse al saber arcano de sus funcionarios. El autor hace un guiño al lector. 

Daniel se solidariza con sus rivales, en vez de saborear su matanza: así los salva. Nuevo rasgo irónico: los que pretendían salvar rey e imperio con su saber recóndito tienen que ser salvados por un joven extranjero. La batalla se presenta por ahora en el terreno del saber histórico; queda marginada por ahora la idolatría. El Señor conoce y predice la historia, porque él la planea y dirige. 

El Sueño es una alegoría (véase introducción). La historia puede reducirse a un sucederse de imperios, en poderío decreciente, controlados por Dios; al final, repentinamente, adviene el reinado que Dios inaugura. Lo que era en la mente del autor mirada retrospectiva se convierte en boca del personaje en profecía adelantada, gracias al artificio de la ficción. 

La estatua significa aquí la proyección del tiempo en el espacio, para que podamos asistir al derrumbamiento instantáneo de un largo proceso, que parece acumulado y como congelado. Pero en vez de proceder de abajo arriba, por sedimentación, como haríamos nosotros, mentalizados por la arqueología, el autor comienza de arriba abajo. Porque en hebreo la cabeza es el comienzo (en-cabeza-miento) y la primicia, lo capit-al. El orden resultante es: imperio babilonio - medo persa - Alejandro - lágidas y seléucidas. 

Pero la estatua de materiales inorgánicos significa una concepción esquemática y reducida. Quedan fuera los imperios egipcio, hitita y asirio, los reinos menores. ¿Por qué? -Porque se consideran Nabucodonosor y el
destierro el comienzo de una era. Además, el proceso no es orgánico: no vemos las causas, no asistimos al madurar de los acontecimientos, no percibimos el movimiento dialéctico. 

Una estatua es, para la mentalidad bíblica, "hechura de manos humanas"; mientras que la piedra se desprende de la montaña "sin manos humanas". Viene a la memoria la estatua que Moisés redujo a polvo (Ex 32), salvando las diferencias. 

A través de Daniel, el Dios de los judíos se enfrenta con el emperador del mundo. No le exige que "suelte a su pueblo" (Ex passim), sino que reconozca el poder soberano del Dios de Daniel (cfr. Ex 5,2). Dios es un salvador escatológico; Nabucodonosor no puede fundar una dinastía perpetua ni todas las dinastías sucesivas llenarán una medida de perpetuidad. 

2,2 A lo largo del libro encontramos las siguientes denominaciones: magos, astrólogos, agoreros, sabios, adivinos; el autor enumera sin precisar. Véanse Dt 18,10; Is 47,13. 

2,4 La interpretación de sueños y visiones adquiere gran importancia en la época. A veces la interpretación se encomienda a otro, a un ángel mediador; o se relega a otra época.

2,5 Comienza el texto arameo, que llega hasta 7,28. 

2,10 Preparan una plataforma monumental a Daniel. Nueva ironía del autor. 

2,18 El término "secreto" recurre ocho veces en el capítulo. Es secreto que Dios solo puede revelar (Dt 29,28; cfr. Am 3). 

2,20-23 El breve himno resume la situación. 

2,28 Los apocalípticos son conscientes de vivir en el último acto, sperando la caída del telón y la irrupción del reinado de Dios. 

2,29-30 Es sugestivo contemplar al emperador del mundo escuchando de labios de su siervo el sueño reservado en el real pecho (compárese con Prov 25.1 s). 

2,31-35 La brevedad y lucidez de la descripción convencen al rey y también, artísticamente, al lector la grandeza colosal, el brillo deslumbrante, la caída súbita, el escenario barrido por el viento y llenándose con la montaña suceden en pocas frases certeras. La visión es grandiosa con sobriedad. Reina el silencio, quebrado por el choque final. 

2,35 "Como el tamo": Sal 1,4; 18,43. 

2,37-38 Inspirado en Jr 27.6 y 28.14; mediatamente depende de Gn 1.28 y Sal 8; reaparece en Bar 3.16. 

2,41-43 La amplificación algo torpe desentona en el resto; quizá sea adición de un comentarista. Hay que retener la mezcla de poder y debilidad. 

2,44 El material del nuevo reino es sólida piedra o roca; la montaña representa lo estable y duradero (Gn 49.26; Hab 3.6). 

2,45 En el contexto del autor la piedra es el pueblo elegido; la lectura mesiánica se impuso más tarde. 

2,46 El emperador rindiendo homenaje a Daniel es un rasgo irónico final. 

2,47 El título como en Dt 10,17 y Sal 136,2.

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